
-El hecho de participar en la vida, nos hace titulares de un gran honor que pocas veces sabemos apreciar. No es cuestión de ser bueno o malo, agradecido o insensato, en mi opinión, va más allá. Asumiendo que Dios existe, y que nos ha dado la vida, has pensado que le responderías cuando vuelvas a Él, y te pregunte qué has hecho con tu vida. Supongo que decir, “fui bueno” o “me porté bien”, sería muy banal, pues he aquí una gran mentira que nos imponen a lo largo de nuestra vida: que no hacer nada es mejor que equivocarse. Nuestra sociedad señala el error como un símbolo eterno de fracaso, perdonando a aquellos que menos lo merecen. Y así, por temor a ese fracaso ficticio que crea la sociedad y el cual nos utiliza como blanco de temor, nos limitamos a vivir cada vez menos, ya que sino actuamos, no hay ni bien ni mal, entonces crecemos y envejecemos creyendo que no actuando es igual a hacer el bien, pues nos libramos de ese cruel conocido por todos que no perdona: el remordiendo. De esta manera morimos, creyendo que así tenemos garantizado un ticket directo al paraíso. Honestamente no lo sé. A lo mejor sí, quizás no, pero yo prefiero vivir libre, feliz e independiente, y no permitir que la vida pase por mí sin yo vivirla, y si quizás no me libre del remordimiento, me libraré de otro peor: del arrepentimiento. Creo que así tendré una mejor respuesta para cuando Dios me pregunte, y con certeza llegaré al cielo antes que aquellos que sencillamente despreciaron por cobardes el más bello de los regalos.
Escrito por María Alda Rondón.
Foto tomada de http://steviet365.blogspot.com.
Foto tomada de http://steviet365.blogspot.com.
No hay comentarios:
Publicar un comentario